Llevo toda la vida perdiendo cosas. Unas más importantes que otras. En alguna aun pienso en ellas a veces, cuando y donde las perdí. otras se perdieron sin más y seguro que muchas ni siquiera sé que he perdido.
Pero hay algunas que cuando pienso en que puedo haberlas perdido noto como se para el corazón mientras mi cabeza da vueltas, mil pensamientos corren por ella, recordando lo último que hice con ellas, dónde las guarde, cuándo las vi por última vez. Y no dejo de buscarlo hasta por fin encontrarlo, porque sé que si esta vez no lo encuentro la perdida será excesiva.
Dos de esas pocas cosas las he estado buscando esta misma mañana. Son un anillo que me regalo mi abuela cuando no tenía edad para él, como regalo no perecedero, que como mínimo una vez al año busco con desesperación. Y es que si he conseguido no perderlo siendo una niña nunca (NUNCA) me perdonaría perderlo siendo una supuesta adulta responsable. El segundo es un colgante que mi abuela llevaba a diario puesto y que, digamos, herede por ser la nieta pequeña.
Pocas cosas más puedo no permitirme perder, así que debo hacer un esfuerzo por esto ¿no?
Por suerte los encontré y ahora están guardados en una cajita, dentro de otra caja de madera de la mismísima Rusia, donde debería acordarme de guardar la próxima vez que me los ponga.
Sin más.
Besos...
(imagen sacada de google)
Pero hay algunas que cuando pienso en que puedo haberlas perdido noto como se para el corazón mientras mi cabeza da vueltas, mil pensamientos corren por ella, recordando lo último que hice con ellas, dónde las guarde, cuándo las vi por última vez. Y no dejo de buscarlo hasta por fin encontrarlo, porque sé que si esta vez no lo encuentro la perdida será excesiva.
Dos de esas pocas cosas las he estado buscando esta misma mañana. Son un anillo que me regalo mi abuela cuando no tenía edad para él, como regalo no perecedero, que como mínimo una vez al año busco con desesperación. Y es que si he conseguido no perderlo siendo una niña nunca (NUNCA) me perdonaría perderlo siendo una supuesta adulta responsable. El segundo es un colgante que mi abuela llevaba a diario puesto y que, digamos, herede por ser la nieta pequeña.
Pocas cosas más puedo no permitirme perder, así que debo hacer un esfuerzo por esto ¿no?
Por suerte los encontré y ahora están guardados en una cajita, dentro de otra caja de madera de la mismísima Rusia, donde debería acordarme de guardar la próxima vez que me los ponga.
Sin más.
Besos...
(imagen sacada de google)
No hay comentarios:
Publicar un comentario